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Considerado mensajero de los dioses y emisario entre los vivos y los muertos, el volador más pesado del planeta es otro reclamo imprescindible.
El camino sigue su curso ascendente hacia las nubes, mientras la tierra gana en aridez para dejar paso sólo a aquella vegetación que se adapta a los zarpazos del frío, y que adopta un tono pajizo y uniforme como espuma coloreada por el ámbar. Estamos ante la inhóspita Puna, abrupta y desierta, tan semejante al paisaje lunar.
El misterio a la orilla del cielo
En este rincón insospechado del sur peruano, la naturaleza estalló un día para regalar montañas nevadas, terrazas de cultivo, pueblos agazapados y la cicatriz que la furia volcánica abrió en uno de los cañones más profundos